Tu película también merece ser contada

¿Y si te dijera que la historia más poderosa que puedes contar es la tuya?


No necesitas una vida de película para crear algo memorable. Las historias más reales, las que nos conmueven de verdad, suelen nacer de lo cotidiano: una conversación en la calle, una tarde con amigos, un recuerdo que vuelve sin avisar.

Desde muy joven aprendí a observar. Escribir mis pensamientos, escuchar a otros, imaginar quiénes son las personas que cruzo en el día. Me inventaba personajes solo con ver cómo caminaban, cómo miraban, cómo hablaban. Y eso, sin darme cuenta, me hizo creadora de historias.

Uno de los mayores secretos del cine —y de la vida— es que no necesitas tenerlo todo para crear algo increíble. Un lago puede ser el mar, un jingle institucional puede volverse una escena divertida. Lo importante no es el lugar ni el presupuesto, sino la mirada con la que ves el mundo.

Muchas veces sentimos que nuestra vida no tiene nada especial. Pero si te detienes un momento, si escuchas, si preguntas, vas a descubrir que hay oro en los detalles. ¿Sabes cuántas veces un conductor de taxi me ha contado historias que valdrían un guion completo? ¡Miles!

No dejes que el día a día te robe la pasión. No dejes de escribir, de grabar, de imaginar. Aunque tu historia no termine en una pantalla, que al menos te convierta en una mejor versión de ti.

Porque sí, tu película también merece ser contada.